miércoles, 27 de febrero de 2019

Pasaje de Macalister Katie - Trilogia Noble 01 - Nobles Intenciones

Este es un pasaje del libro Macalister Katie - Trilogia Noble 01 - Nobles Intenciones con el que mas me reido nunca, no tiene desperdicio:

El carruaje se estremeció al detenerse. Varios lacayos se apearon del vehículo y lo rodearon como si lo estuvieran protegiendo. El carruaje se balanceó de un lado a otro, y una pelirroja se asomó por la ventana.
—Creo que llegamos en un momento muy oportuno, lord Carlisle. ¿Me podría dedicar un poco de su tiempo?
Carlisle parpadeó con incredulidad. ¿Ella se había escapado de las garras de Wessex? Una agradable sensación de satisfacción, complementada con un poco de curiosidad por su petición, le hizo reconsiderar sus planes matinales.
—Mi tiempo es suyo, señora —replicó cortesmente, haciendo una venia que Gillian no pudo ver, pues había metido la cabeza al carruaje.
Uno de los lacayos intentó abrir la portezuela y dijo a los ocupantes que quitaran el seguro. El carruaje se sacudió intensamente, y Carlisle se sorprendió al escuchar gritos y hasta profanaciones. ¿Quién diablos venía ahí dentro? ¿Un toro? ¿Un elefante o acaso varíos? El lacayo repitió su petición, pero sus palabras fueron sofocadas por el gran bullicio que provenía del interior. La curiosidad le hizo acercarse.
—¿Podrías mover tu pierna, prima?
—Lo estoy intentando, querida, pero estás sentada sobre mi vestido y no puedo moverme. ¡Ay!
—Perdona el codazo, pero no lo he hecho a propósito.
—Nick, cariño, pasa por encima... ¡Aayy! ¡Charlotte!.. ¿Por qué no pasas por encima de Erp y sales por la ventana ? Creo que... ¡ Charlotte!, si me vuelves a dar un codazo, juro que...
—¡Maldita sea!
—¡Charlotte!
—Creo que tú también jurarías si te acabaras de romper el encaje de la manga de tu vestido.
—Nick, te has sentado en mi mano..., ah, gracias. Intenta salir por la ventana. ¡Dickon! ¡Deja de gritarnos! Estamos intentando salir pero la puerta parece estar atascada. ¡Demonios!
—¡Gillian!
—No me digas Gillian en ese tono, tú has sido la primera en proferir palabrotas. Prima, ¿tendrías la amabilidad de retirar el codo de mis ríñones?
—Ven, Nick, déjame empujarte a ver si logras salir por la ventana.
—Charlotte, como hagas daño a mi hijo...      :
—No puedo... ¡Cielos! ¡Mi cabello! ■y—';;    —Lo siento. Se me resbaló la mano.
—No voy a lastimarlo, pero lo empujaré, ya que tú pareces incapaz de hacerlo.
—¡Ay! Oye, ¿qué te pasa?
—Se me resbaló la mano.
—Ja!
La mitad del cuerpo del chico apareció por la ventana del carruaje. Lord Carlisle, que observaba con la misma fascinación que se apodera de quienes presencian ejecuciones, accidentes y otros espectáculos macabros, parecía hipnotizado. ¿Cuántas personas había en el carruaje? ¿Qué era un Erp? ¿El chico estaba vivo, o lo habían sacado por otras razones? Era difícil saber si estaba moviendo los brazos por sus propios medios o si era porque el lacayo lo sacudía para intentar sacarlo.
—Nick. Te agradecería que hicieras un esfuerzo para salir del todo. No puedo esquivar tus piernas.
—¡Ay!
—¿Ves? Acabas de darle un puntapié a Charlotte en la barbilla.
—¡Ese granuja lo ha hecho a propósito! Agáchate; que le voy a dar un empujón a ese mocoso.
—Charlotte, si le pones un dedo encima... ¡Oh, Dios mío!
El carruaje dejó de estremecerse. Carlisle se asomó y un escalofrío le recorrió la espalda al oír la voz aterrorizada de lady Wessex. ¿Qué le habría sucedido? ¿Habría enfermado repentinamente? ¿Había fallecido el chico? ¿Le había pasado algo a la dama llamada Charlotte, la que tenía el encaje desprendido? Sólo una calamidad de la peor especie podía ser responsable por el tono de terror que tenía la voz de lady Wessex,
—¿Dickon? ¿Crouch? ¿No hay nadie que abra esta maldita puerta? ¡Piddle va a vomitar!
A lord Carlisle se le pusieron los pelos de punta al oír el grito desgarrador que profirió lady Wessex, pero finalmente, fue ella la responsable de solucionar la situación. Después de golpear varias veces la carrocería —lord Carlisle creyó que lady Charlotte estaba pateando la puerta— ésta se abrió y la rápida reacción de Dickon impidió que el chico se diera contra uno de los costados del carruaje. Poco después lo sacaron por la ventana, y dos perros salieron echando saliva, seguidos por lady Wessex y una mujer que tenía el vestido completamente arrugado.
—Lord Carlisle. —Gillian inclinó la cabeza en señal de cortesía y procuró ignorar a Piddle, que se había tumbado en el pavimento—. Es un placer verlo de nuevo. ¿Conoce a mi prima, lady Charlotte Collins?
—Lord Carlisle —le dijo cortésmente Charlotte—. Le pido que disculpe mi aspecto. No salgo muy a menudo, pues mi madre tiene una actitud muy protectora debido a mi delicada sensibilidad y a mi carácter tímido, pero mi querida prima me pidió tan encarecidamente que la acompañara que fui incapaz de negarme a su petición.
—Creo que su modestia y retraimiento son evidentes —dijo Gillian, incapaz de contener una sonrisa por la expresión inocente y pudorosa de su prima. Charlotte le había dicho que esa combinación de expresiones le había valido tres propuestas de matrimonio.
—Eh..., por supuesto. Es sumamente modesta y pudorosa. Creo que podemos continuar esta fascinante conversación dentro. ¿Sus perros han... terminado ya? Quizá Crotch podría llevarlos al establo.
—¿Perdone?— Gillian creyó no haber escuchado bien al conde.
—¡Crotch! —dijo el conde, agitando los brazos para espantar a los perros que se le habían acercado para examinar el género de esa nueva persona.
Charlotte dejó escapar un jadeo lleno de inocencia y pudor, y se abanicó la cara como lo haría la más casta y retraída de las damas.
El rostro de Gillian enrojeció. ¡Diablos! ¿Acaso nunca podría estar con sus perros?
—Ah, sí, claro..., crotch. Estoy avergonzada, lord Carlisle. Mis perros siempre hacen eso. ¡Piddle! ¡Erp! ¡Comportaos! Espero que no le hayan lastimado. Les gusta oler a las personas y, por más que lo intente, no puedo quitarles el vicio de husmear... en.
El conde la miró con los ojos entrecerrados.
—¿De qué demonios está hablando?
Charlotte le apretó el brazo y le susurró que no siguiera hablando, pero Gillian desoyó su advertencia.
—De su crotch, de su entrepierna, claro está.
—¿Mi qué? —El conde levantó la voz cuando Erp decidió examinarlo de nuevo—. ¡Basta ya!
—¡Eres un malcriado, Erp! Nick, sujétalo. Le pido disculpas de nuevo, lord Carlisle —dijo Gillian, agarrando a Piddle del collar—. Ya que hemos terminado con el asunto de su entrepierna, ¿podemos entrar?
El conde la observó un momento, luego cerró los ojos y negó con la cabeza. Cuando los abrió de nuevo, Gillian seguía allí, sonriéndole de una manera encantadora, adorable y completamente engañosa. Carlisle sintió lástima del mataesposas de Wessex, y concluyó que esta vez el Conde Negro había recibido su merecido.

jueves, 21 de febrero de 2019

La monja que fingió su muerte por una vida de ‘lujuria carnal’


Una pequeña nota escrita en latín pone al descubierto el escándalo protagonizado por una religiosa del siglo XIV en York.



Un equipo de investigadores ha analizado un pequeño escrito hallado en los archivos de la Universidad de York en el que han descubierto una parte desconcertante de la vida de la religiosa Juana de Leeds. Según los historiadores medievales, la monja del convento de St. Clement de York consiguió fingir su propia muerte en el siglo XIV para disfrutar de una vida de “lujuria carnal”.

En el mensaje, escrito en latín en 1318, el arzobispo William Melton insta a la religiosa a regresar al convento, a la vez que recoge los rumores de que la monja benedictina había caído en “el camino de la lujuria carnal” obviando su compromiso religioso con “imprudencia”. La nota ha tenido repercusión en varios medios de Reino Unido, como The Times y The Washington Post.

El plan urdido por la religiosa

El arzobispo también detalla en el escrito que Juana de Leeds “con la ayuda de muchos cómplices y malhechores, creó con maniquí a la semejanza de su cuerpo” con el objeto de “engañar a los fieles devotos”. Además, dice la nota, “tuvo la desvergüenza de procurar su falso entierro en un espacio sagrado para los religiosos del lugar”.

De este modo, continua el escrito, “de una manera astuta e infeliz, dándole la espalda a la decencia y al bien de la religión”, la religiosa “pervirtió su camino de forma arrogante” y lo reemplazó por el de “la lujuria carnal, lejos de la pobreza y la obediencia”. Asimismo, especifica que rompió sus votos y se quitó el hábito religioso. “Ahora deambula fuera a pesar del peligro que supone para su alma y del escándalo que existe en toda la orden”, se puede leer en la nota.

El caso generó un gran revuelo en la época

Los investigadores están convencidos de que hubo un gran revuelo cuando se descubrió que la monja no estaba muerta, sino que había abandonado el monasterio a cambio de una “vida de indecencia” en Beverley, a 30 millas del convento. Es por este motivo que el arzobispo le exigió que regresara a través de la nota hallada recientemente, en la que muestra su indignación porque una mujer cristiana hubiera actuado de una forma tan “astuta y perversa”.

No obstante, los investigadores desconocen si la religiosa se plegó a las exigencias del arzobispo o bien decidió hacerle caso omiso y seguir con su vida de “lujuria”. Un dato que, según afirma la profesora Sarah Rees Jones (una de las principales investigadoras del proyecto) será casi imposible de averiguar.

Un equipo de investigadores ha analizado un pequeño escrito hallado en los archivos de la Universidad de York en el que han descubierto una parte desconcertante de la vida de la religiosa Juana de Leeds. Según los historiadores medievales, la monja del convento de St. Clement de York consiguió fingir su propia muerte en el siglo XIV para disfrutar de una vida de “lujuria carnal”.

En el mensaje, escrito en latín en 1318, el arzobispo William Melton insta a la religiosa a regresar al convento, a la vez que recoge los rumores de que la monja benedictina había caído en “el camino de la lujuria carnal” obviando su compromiso religioso con “imprudencia”. La nota ha tenido repercusión en varios medios de Reino Unido, como The Times y The Washington Post.


El plan urdido por la religiosa

El arzobispo también detalla en el escrito que Juana de Leeds “con la ayuda de muchos cómplices y malhechores, creó con maniquí a la semejanza de su cuerpo” con el objeto de “engañar a los fieles devotos”. Además, dice la nota, “tuvo la desvergüenza de procurar su falso entierro en un espacio sagrado para los religiosos del lugar”.

De este modo, continua el escrito, “de una manera astuta e infeliz, dándole la espalda a la decencia y al bien de la religión”, la religiosa “pervirtió su camino de forma arrogante” y lo reemplazó por el de “la lujuria carnal, lejos de la pobreza y la obediencia”. Asimismo, especifica que rompió sus votos y se quitó el hábito religioso. “Ahora deambula fuera a pesar del peligro que supone para su alma y del escándalo que existe en toda la orden”, se puede leer en la nota.


El caso generó un gran revuelo en la época

Los investigadores están convencidos de que hubo un gran revuelo cuando se descubrió que la monja no estaba muerta, sino que había abandonado el monasterio a cambio de una “vida de indecencia” en Beverley, a 30 millas del convento. Es por este motivo que el arzobispo le exigió que regresara a través de la nota hallada recientemente, en la que muestra su indignación porque una mujer cristiana hubiera actuado de una forma tan “astuta y perversa”.

No obstante, los investigadores desconocen si la religiosa se plegó a las exigencias del arzobispo o bien decidió hacerle caso omiso y seguir con su vida de “lujuria”. Un dato que, según afirma la profesora Sarah Rees Jones (una de las principales investigadoras del proyecto) será casi imposible de averiguar.


“Desafortunadamente, y aunque es muy frustrante, no sabemos qué pudo suceder con ella. Hay bastantes casos de monjes y monjas que abandonaron su monasterio y de los que no sabemos nada”, ha declarado la experta a The Times. Este pequeño escándalo eclesiástico se enmarca en el proyecto de digitalización de los registros preservados por William Melton, que fue arzobispo de York entre 1317 y 1340.

Los investigadores desconocen si la religiosa se plegó a las exigencias del arzobispo



domingo, 17 de febrero de 2019

"Virus Zombie" entre nosotros



¿La ficción nos alcanzó?
Esto es lo que tienes que saber sobre el "virús zombie" en los venados



Una Teoria:

TODO ES MENTIRA
Los cérvidos afectados no mueren por inanición, mueren porque el cerebro se les jode porque es una enfermedad degerativa.
No lo causa un virus, lo causa un prion.
La enfermedad no es transmisible a humanos según resultados de laboratorio.
Y no tiene NADA DE ZOMBI.

La caquexia de cérvidos es problemática porque, aunque en laboratorio todo muestra que no es contagiosa a humanos, puede que en algún momento algo genere un prion que sea capaz de pasar la barrera.
¿El problema en ese caso? Pues una epidemia alimenticia similar a las vacas locas.

Además, la enfermedad no se restringe a EEUU y Canadá, también se han encontrado casos en el norte de Europa y en Corea.

Lo único real del vídeo es que se pide a cazadores que no consuman sin estar seguros de que la carne no tiene priones.

Historias de Zombies basadas en la realidad, todo un reto para inspirarnos.



miércoles, 6 de febrero de 2019

Farmacia de la Reina Madre de Madrid.

El comercio más antiguo de Madrid.
Farmacia de la Reina Madre de Madrid.
Está situada en la calle Mayor.

Se trata de una farmacia inaugurada en el año 1578. Según la leyenda urbana, se comenta que todavía hoy, conserva recetas que datan del 1700. Se la conoce como Antigua Farmacia de la Reina Madre, o también como la Real Botica. El sorprendente nombre “de la Reina Madre” le fue asignado por la Reina Isabel de Farnesio, segunda esposa del rey Felipe V y madre de Carlos III, que era una clienta habitual.

jueves, 27 de septiembre de 2012

“La Novia Olvidada” Capitulo 7

CAPITULO 7

Cinco días después, Marcus Ausbit estaba en el vestíbulo de la casa de su prometida en Sonmerset, solicitando ser recibido.

Siguió al estirado mayordomo hasta la biblioteca, donde le hizo entrar cerrando las puertas a su espalda, Marcus observo la habitación débilmente iluminada por el anochecer, un movimiento en el otro extremo de la habitación llamo su atención, una silueta se dirigía hacia él.

- Milady - se inclino en una ligera reverencia hacia ella, pudo observar como inclinaba ligeramente la cabeza a modo de saludo, pero no hizo ningún movimiento más para acercarse.

Marcus tomo aire para darse ánimos, no iba a ser una reunión agradable, aunque en realidad no podía culparla por su frió recibimiento, después de cómo se había portado él con ella en todos esos años.

- Perdóneme por presentarme así sin avisar - trato de disculparse, pero ningún movimiento ni sonido fue hecho por la muchacha - he venido a solicitarla que me exima de mi compromiso hacia vos - decidió ir directo al grano, miro en su dirección, pero oculta entre las sombras no podía llegar a ver su reacción a sus palabras.

- ¿Por qué? - se oyó preguntar a una voz ronca desde el otro lado de la habitación.

- He conocido a alguien a quien me gustaría cortejar y ofrecerle un futuro - Marcus había decidido con anterioridad ser lo más honesto posible, al explicarla sus motivos para pedirla tal cosa.

- ¿Su nombre?

Marcus se sorprendió por su pregunta y maldijo en silencio la penumbra que la ocultaba.

- Emma - contesto llanamente a su requerimiento.

- Acérquese a la mesa - vio como él se movía en esa dirección - ese es nuestro contrato de matrimonio - le indico - por favor, léalo.

Marcus estaba cada vez más sorprendido por sus peticiones tan extrañas, atónito tomo el contrato en sus manos y comenzó a leerlo “… Elizabeth, Anna, Emma, Tudor, Robber, Campell … “ poco a poco la neblina de su mente te fue despejando y la comprensión de lo que estaba leyendo lleno sus sentidos de esperanza, muy lentamente volvió a dejar el documento encima de la mesa y se giro hacia ella.

Emma había aprovechado que estaba distraído leyendo para acercarse a él, pudo ser en su rostro cuando la comprensión empezó a abrirse paso en su mente.

- ¿De veras deseáis anular vuestro compromiso conmigo? - Emma contuvo el aliento mientras esperaba su respuesta.

- No - Marcus se había dado la vuelta y la miraba directamente a los ojos - ¿Y vos deseáis romperlo? - se obligo a si mismo a preguntarla.

- No - Emma le miraba con todo el amor que llevaba en su interior y se vio recompensada con el mismo ardor en los suyos.

- Debo ser el mayor idiota de todo Londres - dijo dando un paso hacia ella, vio como ella caminaba hacia él hasta quedar separados por pocos centímetros - ¿Cómo he podido descuidaros durante tantos años?

- Eras más feliz sin mí - respondió llanamente sin ningún tipo de reproche en su voz.

- Soy idiota - sentencio Marcus - ¿Cuándo te casaras conmigo? - la pregunto con un deje de angustia y desesperación en su voz, no creía tener las fuerzas suficientes para tener un largo cortejo.

Emma se rió alegremente por su comentario, ella tampoco quería esperar mucho más tiempo.

- ¿Mañana? - pregunto tentativamente.

- Mañana - acordó Marcus mientras cerraba el espacio entre ellos y la besaba apasionadamente.

Ninguno de los dos tuvo más que decir, su acuerdo estaba sellado, al día siguiente te casarían, pero esa noche dejarían que sus cuerpos hablaran por ellos y se abandonaron a la pasión y al amor que se profesaban.

FIN

“La Novia Olvidada” Capitulo 6

CAPITULO 6

Emma no dudo ni un momento en tomar su brazo y juntos comenzaron a caminar adentrándose por los caminos, mientras se alejaban de la casa y ocultándose así en la penumbra de la noche donde los ojos indiscretos de los invitados a la fiesta no pudieran observarlos.

- ¿De que podríamos hablar mientras paseamos? - pregunto Emma rompiendo así el cómodo silencio que había caído sobre ellos.

- De lo que usted diga - le respondió sonriéndola calidamente - ¿Qué propone?

- Uhh, déjeme pensar - su corazón se había saltado un latido al ver su sonrisa, tuvo que obligarse a tranquilizarse antes de responderle - ¿de que pueden hablar un hombre y una mujer mientras pasean por el jardín en medio de la noche?

Marcus no pudo reprimir las ganas de reír que tenia y dio rienda suelta a su alegría.

- A ver podríamos hablar de…. ¿política? …. No - descarto automáticamente Emma - ¿finanzas? ….. Tampoco…. Uhm ¿de relaciones entre un hombre y una mujer? …. No seria apropiado - se toco la nariz dando más énfasis a su estado cavilativo - Ya esta, de moda, ese es un tema bastante apropiado para la ocasión, ¿no le parece? - y se volvió a mirarle mientras esperaba su respuesta.

Marcus la miraba atónito, política, finanzas, relaciones y finalmente moda, esa mujer no dejaba de sorprenderle y muy agradablemente, tuvo que reconocer para si mismo.

- Muy bien hablemos de moda - acepto sonriente mientras se perdía en sus grandes ojos grises que le observaban.

Emma se obligo a apartar su mirada y fijarla en el frente del camino y se lanzo a una conversación insustancial sobre la tendencia de la moda en Londres, tan distinta a la de la campiña inglesa.

Marcus estaba embelesado en el sonido de su voz y aunque el tema no le importaba lo más mínimo, participo esporádicamente en la conversación, con tal de poder seguir escuchando el sonido melodioso de su voz, sin darse cuenta habían alcanzado el extremo más alejado del jardín y un muro de piedra les impedía seguir avanzando.

Emma se apoyo en el muro, quedando así enfrente de él, levanto lentamente la cabeza para poder mirarlo a los ojos en silencio.

Marcus se apoyo en un árbol cercano.

- Dígame que piensa de la reforma penitenciaria que se esta debatiendo en estos momento en el parlamento - la pregunto arbitrariamente, buscando otro tema de conversación.

- Que es una reforma necesaria, es totalmente inadecuado como tratan a las reclusas en Newgate - exclamo airadamente Emma comprometida totalmente con la causa, lo que les llevo a debatir el tema en profundidad.

De nuevo el silencio se implanto sobre ellos y Marcus volvió a proponer otro tema, en este caso financiero.

Cuando el silencio volvió, Marcus se incorporo y se acerco a ella, poniendo un brazo sobre un lado de su cabeza, se recostó sobre ella sin llegar a tocarla, pero inmovilizándola en el sitio donde se encontraba.

- Ahora la toca a usted, relaciones …. - dijo arrastrando levemente las palabras en tono seductor.

- ¿kamasutra? - pregunto mirándolo directamente a los ojos - hay algunas posturas que no entiendo como pueden ser realizadas.

-¿Cómo cual? - la pregunto Marcus, dando un paso más hacia ella, para quedar a pocos centímetros de su cuerpo pero sin llegar a rozarse.

- Ohh …. La numero 53, por ejemplo … - pero antes de que pudiera continuar exponiendo sus dudas Marcus se apodero de su boca salvajemente exigiéndola una respuesta que ella le entrego con la misma pasión.

Emma sentía que sus rodillas se doblaban y no la sostenían, estaba mareada ante la ola de placer que la asaltaba, cada centímetro de su piel clamaba por ser acariciado de la misma manera que su boca era abordada, sin saber muy bien lo que hacia, llevo sus manos a su nuca y le atrajo aun más cerca de ella, sus pechos se aplastaban sensualmente contra los firmes músculos de él.

Con la misma rapidez que había comenzado, Marcus se alejo de ella, respirando con dificultad y tratando de serenarse se masajeo el pelo, tomo un par de bocanadas de aire y la miro con un deseo anhelante que la dejo sin aliento.

- No puedo hacer esto Lady Emma - Marcus tenia dificultades para encontrar las palabras con que expresar sus pensamientos sin herirla - lo siento, no puedo.

Y admitiendo su derrota giro sobre sus talones y salio de los jardines rumbo hacia la casa.

Emma se quedo allí atónita, sin entender exactamente que había ocurrido, como había pasado de ser besada apasionadamente a ser abandonada en medio de la noche, en la soledad del jardín.

Lentamente obligo a su cuerpo a dirigirse hacia el salón de baile, cuando alcanzo los caminos iluminados se cruzo con algunas personas que la miraban con curiosidad y susurraban entre ellas como si supieran lo ocurrido minutos antes.

Tras vacilar durante unos instantes se dirigió hacia la entrada principal y solicito su carruaje, no estaba en condiciones de enfrentarse a toda esa gente, ni siquiera era capaz de responder a sus propias preguntas.

Tendría que pensar seriamente en ello, pero más tarde, cuando ya no estuviera tan cansada.

- John, llévame a casa - le ordeno al cochero mientras se acomodaba en los asientos y dejaba reposar la cabeza sobre la fría madera, al tiempo que suspiraba cerrando los ojos, tratando de descansar, iba a ser un viaje muy largo.

“La Novia Olvidada” Capitulo 5

CAPITULO 5

El duque de Ausbit vio pasar a su hijo por delante de la puerta entreabierta de su estudio.

- Marcus - le llamo en voz alta - ¿puedes dedicarme unos minutos? - le pregunto cuando asomo la cabeza por la puerta.

Pudo notar su indecisión y como lanzaba una mirada de soslayo al pasillo tratando de decidir si atender el requerimiento de su padre o darle una excusa y seguir su camino, al final abrió un poco más la puerta y entro en el despacho, aunque con mucha reticencia.

- ¿De que querías hablarme? - le pregunto a su padre mientras aceptaba la copa de coñac que él le tendía.

- De tu prometida - dijo sin vacilar el Duque mientras regresaba a su asiento tras el escritorio - y tu falta de interés en cumplir el compromiso adquirido.

Marcus se tenso obstentiblemente ante las palabras de su padre, ese no era el mejor momento para hablar del tema, justo ahora, cuando andaba detrás de la mujer más fascinante que había conocido en toda su vida, la única mujer que le había hecho pensar en el hecho de que el matrimonio podía no ser tan malo como había pensado siempre.

Pensó en una manera de poder abandonar la habitación rápidamente y posponer la charla para otro momento.

- He decidido que te casaras este verano - el Duque no le dio ninguna oportunidad de escapar en esta ocasión, ya había llegado la hora de darle un pequeño empujón al libertino de su hijo - partirás hacia Sonmerset en cuanto termine la temporada - decreto volviendo a interrumpir sus protestas - y te casaras inmediatamente, hazte con una licencia especial y prepárate para tu viaje - automáticamente termino de hablar, abandono el despacho rumbo al salón de baile.

Marcus se quedo mirando abstraído el escritorio vació donde antes se encontraba su padre.

Sabia que tarde o temprano eso ocurriría no podía ignorar para siempre el compromiso adquirido por su familia y también sabia que no tenia más remedio que desposar a la muchacha que le habían asignado, era una cuestión de honor y él era todo un caballero.

Pero que le aspen si tenia el menor deseo de hacerlo, se paso la mano por el pelo, tratando de salir del estupor en el que se encontraba sumido y abandono el estudio rumbo a los jardines, tenia muchas cosas en las que pensar y localizar a Lady Emma ya no era una de ellas, debía mantenerse alejado de ella, seria lo mejor para ambos, bajo ningún concepto quería hacerla daño.

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Emma salio del tocador de señoras y en lugar de volver al salón se quedo deambulando por el corredor con aire distraído.

Así fue como por casualidad escucho la conversación del Duque con su hijo, cuando este salio apenas tuvo tiempo de esconderse entre las sombras y hay permaneció hasta que minutos más tarde Marcus abandono la estancia con aire pesaroso, los hombros hundidos en signo de clara derrota.

Podía ver que iba ha acatar el ultimátum que su padre le había impuesto. Le vio salir a los jardines y decidió seguirlo.

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Emma no tuvo problemas en encontrarlo un poco más adelante, apoyado en un árbol fumando un cigarrillo sumido en sus pensamientos.

Camino en línea recta hacia él, haciéndose oír al pisar la grava del camino, casi le había alcanzado cuando se dio cuenta de que ya no estaba solo y levanto la vista hacia ella.

Ha Emma le pareció distinguir un destello de placer en su mirada cuando la reconoció, pero fue tan breve que temió habérselo imaginado, porque sus ojos volvieron a estar tan carentes de expresión como siempre.

- Buenas noches, mí lord - saludo cortésmente Emma mientras se acomodaba en un banco cercano situado justo enfrente de donde él estaba.

- Su reputación se vera dañada irremediablemente si alguien la ve en mi compañía en el jardín - contesto Marcus a su saludo, mientras tiraba su cigarrillo al suelo y se metía las manos en los bolsillos de los pantalones, recostándose aun más en el árbol.

Emma le estudio en silencio, la verdad es que su prometido era el hombre más atractivo que había conocido en toda su vida, su estomago se retorcía de nerviosismo, solo con estar ante su presencia.

- No importa - le aseguro - usted parece necesitar compañía.

Marcus sonrió a su pesar, en realidad si que necesitaba compañía, la suya para ser exactos, pero no precisamente en el jardín donde cualquiera podría verlos.

- Pasee conmigo - dijo incorporándose y ofreciéndole su brazo.