martes, 2 de septiembre de 2008

¿Culpable o Inocente? Prologo

Por fin la tocaba comparecer ante el juez, llevaba más de dos horas sentada en aquel banco y sus nervios empezaban a causar estragos en su organismo.

Cuando recibió la notificación del juez de presentarse al juicio como acusada, el pánico la invadió, consulto con sus abogados y la dijeron que efectivamente ella podía ir a la cárcel, es más ya estaría en ella si no fuera por su enfermedad, por una vez tenia que dar las gracias por estar postrada en esa silla de ruedas. Aunque en esa ocasión los médicos dieron el visto bueno a que fuera andando por su propio pie.


Hacia ya tiempo que podía andar pero hasta el momento solo habían permitido que se levantara durante un par de horas al día, a dar algún paseo por la casa y los jardines, nunca permitían que se cansase ni que los diera ella sola, siempre la estaban vigilando o la acompañaban en sus paseos. Pero esa vez estaba sola en aquella habitación esperando que la llamaran a declarar.

En ese momento se abrió la puerta y entraron dos hombres uniformados que se dirigían hacia ella, el más joven rompió el silencio.

- Buenos días, señorita Smhit - saludo con cortesía - si hace el favor de seguirnos. La esperan en la sala.

Giraron sobre sus talones y la esperaban en la puerta. Cat se levanto con cuidado y se situó dos pasos por detrás de ellos, estaba hecha un manojo de nervios pero no importaba lo que la interesaba de verdad era encarcelar a esos tipos que la habían utilizado tan vilmente.

Con esta determinación alzo la cabeza con orgullo y entro en la sala. Lo primero que detectaron sus ojos fue que había mucha gente, alcanzo a ver unas cuantas placas de identificación de periodistas pero sus ojos se quedaron fijos en unos ojos de granito que la miraban desde su puesto.

Cat, contuvo el aliento al observar esa mirada, parecía estar cansado, como si no hubiera dormido mucho desde hace varios meses, cuando estuvo en su casa también noto algo parecido pero no era nada comparado a como le veía ahora.
Recorrió con su vista esos rasgos tan amados, ¿amados?, amaba a ese hombre con todo su ser. El descubrir esos sentimientos la hizo tambalearse, los guardias que la acompañaban la cojieron por los codos preocupados.

- ¿Se encuentra bien, señorita? - pregunto el juez desde su estrado.

- Si, señoría - logro balbucear pasados unos minutos.

Seria mejor que apartara esos pensamientos de su mente y se concentrara en lo que iba a ocurrir en esa sala, más tarde en su casa podría analizarlos más a fondo.
Jean había visto como lo miraba y como sus ojos se oscurecieron de miedo al poco rato, se preguntaba intrigado que era lo que la habría pasado para cambiar así y estar a punto de desmayarse. En la lejanía oyó la voz del juez indicándola que se acercara.

Se dirigió hacia donde la indicaban, la tomaron juramento y la subieron al estrado, contesto las preguntas con serenidad y al cabo de tres horas la volvieron a llevar a la sala, donde permaneció el resto del día.

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